lunes, 12 de noviembre de 2012

CACEROLAZO ¿por qué esta vez habría de ser distinto?




Como que la movida cacerolera “pacífica y respetuosa” viene como a recordarnos que el año que viene hay elecciones legislativas. Ya estoy escuchando la columna vertebral del argumento opositor: “la democracia y el republicanismo exigen limitar el poder hegemónico K. Tenemos que evitar que se transforme en una dictadura”. No es que yo tenga la bola de cristal, ese es un gre-gre recurrente en las elecciones parlamentarias. Y generalmente, tragado sin masticar por sectores bastante amplios de la ciudadanía.



A decir verdad, en estos 9 años, varias veces el gobierno ha sido impactado por las consecuencias de este tipo de argumentaciones que pretenden menguar, redirigir o condicionar al poder político. Por un lado, las legislativas 2009, desde la perspectiva de los canales institucionales, por otro, como formas de participación ciudadana masiva e “informal”, el “blumbergazo” y el “agrogarcazo”. ¿Qué aporte positivo nos dejaron estas “contraofensivas”? Vamos por parte.

El “Blumbergazo”

A principios de 2004 los índices objetivos de inseguridad habían iniciado su declinación tras el pico de 2002. 

Sin embargo, el muy bien explotado mediáticamente “caso Blumberg” arrasó con el logro alcanzado y reinstaló la lógica represiva en el foco del debate de la lucha contra el delito. Desde entonces y hasta hoy, la “sensación de inseguridad”, hábilmente manipulada desde los medios, desplazó cualquier cuantificación o dato objetivo del análisis de la materia.  

Tras el ingeniero apócrifo y su tragedia personal, con un impacto sobredimensionado artificiosamente desde las tapas de Clarín y la Nación, cientos de miles de argentinos salieron a la calle, vela en mano, encolumnándose tras un petitorio que prometía ser la panacea universal. El endurecimiento de las penas ganó significativo espacio en cabeza de la muchedumbre, en desmedro de cualquier otro abordaje, como la atención a la cobertura social, la construcción de redes de contención  o las políticas de reinserción social. 

Blumberg fue el Mesías tras el que se ocultaron los apóstoles de la salida represiva, con la multitud psicopateada a sus espaldas, tomaron por asalto el parlamento y lograron la sanción de las leyes nombradas en su honor. A menos de seis meses, sin nada de debate, producto de una sensibilización social que proscribió la racionalidad y enmudeció a las voces discordantes, sin diálogo ni consenso, el petitorio había sido satisfecho en su casi totalidad. Los argentinos volveríamos a dormir tranquilos y salir a las calles felices y seguros… el pueblo autoconvocado en las calles había garantizado la seguridad a pesar de la resistencia de “los políticos”, primer gran logro de los “lagente”, respaldados por esos fiscales de la patria, los adalides de la prensa independiente.

Sin embargo, el 8-N fue pródigo en testimonios de “lagente” preocupada por la inseguridad. No se hace nada ¿pero cómo? Si ya se había hecho todo lo que pedían… ¿eso quiere decir que la vez anterior que salieron a la calle por ese motivo se equivocaron? ¿quiere decir que el incremento de la sanción penal no fue ninguna solución? ¿quiere decir que equivocaron el diagnóstico y la solución? ¿Habremos de concluir que para lo único que sirvió poner a los “lagente” en la calle fue para desbaratar toda lógica interna del código penal, para llenarlo de parches, para dinamitar su carácter sistémico, para destruir toda proporcionalidad en las penas… como se dijo tantas veces desde foros especializados? 

Sin embargo el autismo de la mano dura sigue siendo protagónico en movilizaciones como la del 8-N. ¿Debería un gobierno, nuevamente, hacer caso a la repitencia autista de fórmulas fracasadas  para contentar a los propositores “del diálogo y del consenso”?

El “Agrogarcazo”

Desde antes de la asunción de Nestor, la SRA, la FAA y los otros entes patronales agropecuarios, venían reclamando la eliminación total de las retenciones a la exportación de productos agropecuarios. Habían logrado incluso que su reclamo forme parte de los puntos exigidos por el FMI como condición de renegociación de la deuda externa.

La sanción de la Resolución 125 que implementaba retenciones móviles, fue la excusa elegida para ampliar la base de sustentación de su reclamo, logrando la adhesión a su angurrientismo de millones de los “lagente” que en su puta vida vieron una vaca con cuero caminando y eran incapaces de diferenciar una planta de girasol de un malvón. Por supuesto, también de opositores siempre dispuestos a pontificar sobre la sacralidad de la propiedad privada, todo, otra vez, respaldados por esos fiscales de la patria, los adalides de la prensa independiente.

En apoyo a los piquetes desabastecedores que poblaron las rutas de la Pampa Húmeda, salieron solidarios a batir cacerolas indignados pueblerinos, conformando una masa destituyente en la que se entremezclaban (como en el 8-N) desde trotskistas hasta Biondini, desde señoras paquetas de Bo. Norte hasta el inefable Castells, desde Purpuradas Eminencias hasta unos herederos directos de Américo Ghioldi y de Estevez Boero que persisten en la infamia de autodenominarse socialistas. Lo lograron: gracias a la defección de una parte del peronismo colonizado por el menemato, el oscuro mendocino sentado en la Presidencia del Senado obtuvo el derecho de ser considerado “El Gran Traidor” emitiendo para el desempate un voto “no positivo”.

La Resolución 125 de retenciones móviles (y sus sucesivas mejoras) fue derogada, junto a ella pereció todo trato preferencial a los pequeños productores y a los productores de zonas marginales de materia prima exportable. Bussi y De Angelis festejaron exultantes que sus asociados obtuvieron el derecho de pagar las mismas retenciones que Biolcatti, Miguens o Grobocopatel.  

En 2011, los caceroleros urbanos no entendían por qué, esos mismos que ellos apoyaban en su épica lucha contra la Yegua, habían decidido votarla masivamente. Tampoco entendieron porqué en 2012, sus mediáticos líderes no lograban subirlos nuevamente a otro ansiado paro agropecuario… serán gringos, pero no boludos, tarde, pero se dieron cuenta de cómo sus socios poderosos los usaron y los cagaron, y de lo caro que le cobraron TN, Clarín y La Nación los minutos de fama que les dispensaron. 

Otro gran logro de los “lagente” caceroleros, no sólo hicieron pagar más al que menos tiene, mutilaron una importante fuente de divisas que se hubiera obtenido de las grandes corporaciones agropecuarias y de los pools de siembra (y ahora se quejan de que no hay dólares de venta libre); y dificultaron enormemente el “desenganche” de los precios internacionales de los precios del mercado interno (y ahora se quejan de la inflación). Ahora, respecto al rumbo económico que se plantea modificar ¿Debería un gobierno, nuevamente, hacer caso a la repitencia autista de fórmulas fracasadas para contentar a los propositores “del diálogo y del consenso”?

Las elecciones legislativas de 2009

Alentados por el debilitamiento político que implicó el “Agrogarcazo”, la oposición  se ilusionó con la vía institucional, salió a capitalizar los logros caceroleros y logró empatarnos las elecciones legislativas del 2009, lo que fue vendido como un rotundo éxito, todo, otra vez, respaldados por esos fiscales de la patria, los adalides de la prensa independiente.

Se conformó el mega-ultra-interbloque mayoritario en ambas cámaras, autodenominado “GRUPO A”, con la presidencia de la totalidad de las comisiones de labor parlamentaria, un heterogéneo ensayo de la acción política opositora unificada que se escuchó reclamar el 8-N. Republicanismo al palo garantizado por una “independencia” real de poderes (en la aberrante interpretación tan de moda que prácticamente plantea una soberanía de cada uno de ellos respecto de los otros).  Se perfilaba, según repetían los monopolios mediáticos, la “vetocracia”, un inevitable proceso de desgaste de la legitimidad política del oficialismo.

El resultado fue dos años de parálisis parlamentaria, un presupuesto nacional rechazado y solo 2 leyes vetadas, una la de Glaciares (que después fue reformulada y aprobada) y un engendro que mezclaba la demagogia y el intento de desfinanciamiento del Estado con el obvio objeto de forzar el reendeudamiento y la reprivatización del sistema jubilatorio: el 82% móvil.

La superpoblación de egos, la inexistencia de propuestas unificadoras y superadoras del modelo planteado desde el kirchnerismo, la inoperancia parlamentaria, la improvisación, fueron los condimentos de un guiso que, por fortuna, no alcanzó a ser probado por el pueblo, a pesar de los esfuerzos de Magnetto, los individualismos primaron y la fláccida unidad opositora fructificó en alocadas alianzas circunstanciales que terminaron de convencer al 54% de los argentinos que no tenía caso seguir dando tronco de bola a alguno de esos tipos. ¿cómo a la fecha y tras de tan grosera experiencia de talibanismo de la dispersión se puede seguir afirmando de que, fuera del kirchnerismo, existe un sujeto social compuesto por un 46%?

Ahora, desde la perspectiva del modo de construcción política que se plantea modificar, y a la vista de las restantes experiencias ¿Debería un gobierno, nuevamente, hacer caso a la repitencia autista de fórmulas fracasadas para contentar a los propositores “del diálogo y del consenso”?

Porque tampoco olvidemos que sucedió después de la derrota de 2009, Cristina llamó a conformar mesas de diálogo para la construcción de consensos ¿se acuerdan? ¿Quién arrimó una propuesta para mejorar el modelo? Quien no llegó sin comprender que todavía faltaban 2 años de mandato presidencial, salió dando ampulosos portazos, o directamente ni siquiera accedió a presentarse a la convocatoria.

Ahora la posibilidad del diálogo con los cacerolos es aún más distante, no sólo carecen de un reclamo uniforme, carecen de una representación propia (formal o informal), también explicitan que no se sienten representados por NINGUNO de los referentes políticos opositores. Más que una debilidad, un singular logro de Magnetto y sus socios antipolíticos, pero esto, para otro día.



5 comentarios:

Luis Quijote dijo...

Analicemos: La “sensación de inseguridad” no es solo eso. Para DAR seguridad tenemos un organismo sumamente pútrido, y esperamos que el gato cuide la pecera. Es excesivamente poco -o nada- lo que se está haciendo.
En Bonaerense; Policía hay algunos casos.
En La Maldita Policía puede leerse:
¡Que huérfanos de musas inspiradoras han quedado quienes se atrevan a abordar el genero literario de la novela policial.!
Lejos del genial Sherloock Holmes, nuestros sabuesos han demostrado que sólo tienen olfato para la muzzarela y los delitos de la prostitución y el narcotráfico, claro que en estos casos como socios del crimen.

No sé en tus pagos, pero en el Conurbano sur es habitual el afano de celulares y carteras a cualquier hora. ¿Y la policía? ¡Bien, gracias!
Ante cualquier denuncia, NUNCA tarda menos de 1 hora en aparecer un patrullero o (mayormente) no aparece ninguno.

pipo dijo...

ME GUSTO MUCHO LO QUE DECIS, PORQUE A DE SER DISTINTO? y SI TENES RAZON,PERO NOSOTROS TENEMOS POLITICA,LOS KIRCHNERS TIENEN POLITICA Y VAMOS POR MAS.

Daniel dijo...

"Ahora la posibilidad del diálogo con los cacerolos es aún más distante"

Yo por lo menos, ya perdí las ganas. Es demasiado asqueante ver a gente que sale a gritar atiendan su mezquindad, su egoísmo, su desprecio racista por aquel que al fin puede construir algo en su vida.
Yo por lo menos, hice mucho esfuerzo por compatibilizar en algo, ahora me corro, no puedo integrarme con gente que lo único que quiere es voltearnos.
Si hicieran su trabajo interno, consideraran su mezquindad y dieran alguna señal... pero difícil que el chancho chifle.

daniel mancuso dijo...

Muy buen análisis, pero este movimiento prepolítico, azuzado por las corporaciones de la antipolítica, no escuchan razones populares, hay que seguir batallando...

Pibe Peronista dijo...

Se están avivando de que con otro compoterazo no van a ningun lado, no sé si es bueno o malo

http://elpibeperonista.blogspot.com.ar/2012/11/la-interna-cacerola-por-el-6d.html