sábado, 16 de febrero de 2013

El corso impuesto, la novela abandonada y el acuerdo con Irán.




Una práctica comunicacional de los imperios mediáticos que se ha acentuado drásticamente en los últimos tiempos, es la de inducir la confusión entre los intereses propios con el interés general, dando al relato de los asuntos que abordan  una pátina de altruismo que opaca la mezquindad que es el motor mismo de las disquisiciones periodísticas. 

Esta captura de pantalla de Clarin.com (sábado pasado) puede ayudar a entender la idea: 



Tema a criticar: corsos porteños y feriado de carnaval; problema “para todos” que acarrea (supuesto móvil filantrópico): caos y cortes de tránsito; fundamentación teórica (ninguneo: "Carnaval - Diviértansees una orden"): a cargo de un antropólogo adscripto a “Ñ”, cuyos argumentos son deshechos con una año de antelación en este artículo de laAgencia Paco Urondo. Motivo real de la crítica: (explicitado impúdicamente en “Feriados Matan Ficción”) la gente sale a la calle convocada por un espectáculo que no administramos, en el horario central de la telenovela, se les cae el rating a pedazos, ergo, nos cagan la facturación.

La mecánica es la misma en la guerra propagandística desatada en contra de la Ley de Servicios Audiovisuales: bajo la épica consigna de la defensa de la libertad de expresión, se combate sin cuartel contra una típica ley anti monopólica, y se reitera hasta el hartazgo. 

La misma lógica podría aplicarse sin hesitaciones a la tapa de hoy de Clarín:


Y a la sobredimensionada repercusión que se le da a la intervención de Laura Ginsberg (*) en la reunión de comisión de ayer en el Senado, transformándola en excluyente de la opinión (favorables al tratado con Irán) de las restantes organizaciones de familiares de víctimas de los atentados. Se “ningunea” incluso, la representatividad republicana que la constitución otorga a los Senadores. Más allá del respeto que se merecen sus opiniones ¿desde cuándo se supone que la política exterior está en manos de algunas entidades representativas de colectividades, tal como lo son DAIA y AMIA? 

El supuesto bien común defendido para que las entidades den marcha atrás en su inicial apoyo al “memorandum” no aparece demasiado claro. Es natural y perfectamente atendible que al principio hayan aparecido actitudes de aprensión o desconfianza, pero que de ahí se pase en pocos días a afirmar que el tratado implica “el punto final” de la investigación”, sembrar las condiciones para un tercer atentado, o ampararse en “la negación del holocausto” por parte de aquellos con quien se comercia a diario, suenan a exabruptos de campaña más que a expresiones relacionadas a la racionalidad que exige desatar el nudo gordiano en el que se encuentra la causa desde hace años.

Pero la misma desconfianza justificable en la comunidad judía, cabe perfectamente ser entendible por parte del asediado Estado Iraní, quien no solo ha sido prejuzgado y condenado mediáticamente, sino que sabe que cualquier argumento (falso o  verdadero, poco importa) puede ser utilizado por Israel o los EEUU para justificar su ansia de destruir a la Revolución Islámica y, de paso, tomar el control de unos cuantos pozos petroleros más.

Si revisamos la letra del “Memorándum de entendimiento” (que nos acerca esta página de los diputados radicales, aunque ayer pareciera que sus Senadores no se detuvieron a leerlo), no solo desecharemos las falacias tales como la de la renuncia a la soberanía, o del desconocimiento de lo actuado por la justicia argentina, o de la probabilidad de una futura nulidad, sino que comprenderemos que el peor riesgo que podría correr la causa es seguir en el mismo estado que se encuentra ahora. ¿Entonces por qué tanta desmesurada oposición a un intento de destrabarla?

Y acá cabría arriesgar un par de hipótesis:

1) De la virulenta reacción del Estado Israelí frente al tratado (que entiendo tuvo por objeto disciplinar a las entidades judeoargentinas), así como la reiterada injerencia norteamericana en la causa (baste este botón) podría cualquier mal pensado inferir que la orientación actual de la investigación ha sido dispuesta de modo funcional a los intereses intervencionistas de ambas potencias, más que inspirados en la búsqueda de la verdad real. Un entendimiento con Irán, y cualquier hipótesis en que sus funcionarios acusados encontraran el ámbito propicio para demostrar su ajenidad con los atentados (o desliguen al estado de la investigación) rompería al menos un eslabón de la cadena de satanización con la que viene siendo sometida la República Islámica desde el derrocamiento del Dictador Mohammad Reza Pahlevi.

2) Tras la apariencia principista suelen ocultarse, como decíamos al principio, todo tipo de egoístas intenciones… eventualmente no solo la desesperación  de quienes no han resuelto como afrontar las próximas elecciones legislativas (desde Macri, defensor a ultranza del encubridor Fino Palacios, hasta Gil Lavedra, Bullrich y  Carrio, funcionarios del período delarruista que vio pasar su tiempo sin dar un solo paso en la investigación) y ven en cualquier operación de desgaste la tabla que los puede salvar del seguro naufragio que les auguran las encuestas de cualquier color, también los intereses mediáticos corporativas en jaque y… quizás, si el mal pensado del punto anterior tuviera algo de razón, también los que encuentran en la línea de investigación iraní, la cobertura de su impunidad. 

Con suerte y trabajo, el tiempo pondrá los nombres en el lugar correspondiente, aunque sospecho que algunos serán acogidos por más de un casillero.




(*) Cuya interpretacion no resulta para nada sorprendente, ni justifica el revuelo producto de su supuesta novedad. Baste leer su posición de 2007, a contramano de la unánime reconocimiento de las entidades judías a lo realizado por el kirchnerismo respecto a la investigación de los atentados contra la embajada y la mutual. 

La mayor preocupación de Laura Ginsberg pareceira pasar por que el Estado Argentino (a mi entender víctima también de los atentados, aún a pesar de la probable connivencia y encubrimiento por parte de funcionarios del ejecutivo, policiales y judiciales) se reconozca como responsable principal de los atentados. De hecho, más allá de la causa penal, acciono civilmente en soledad contra el Estado Argentino, y ya desde 2011 se encuentra firme la sentencia por una cuantiosa indemnización por el encubrimiento de los autores de la muerte de su marido.

3 comentarios:

Moscón dijo...

Anoche lo escuchaba a Caputo como hacía gala de un refinado caudal de sofismo hasta que el asco pudo mas y cambié de canal.
Como sesgó la acción y el discurso del actual canciller no me lo esperaba de un tipo al que consideraba ético.
Me recordó el affaire sir de Antony Blunt.

Barullo dijo...

Yo también vi a Caputo y quedé sorprendido, sin saber qué pensar. La reacción, de todos modos, fue la misma: cambiar de canal.

Quilmeño dijo...

Es como siempre,estan en contra pero no se les cae una puta idea novedosa.