lunes, 18 de marzo de 2013

Murió el otro Papa.




El Sumo Sacerdote de la diósesis argentina de la Secta Universal del Santo Neoliberalismo Globalizador ha dejado el plano terrenal. En el Partenón de los héroes del culto al poder obsceno de los mercados liberados, ubicado en la cúspide del Mont Pellerin, se le guardaba un sitial de privilegio, a la derecha de la trilogía sagrada del Dios Padre Milton Friedman, del Hijo John Williamson y del Espíritu Santo de Friedrich von Hayek.





La oligarquía llora su partida. Fue el último de sus baluartes genuinos, el más brillante representante de una casta en decadencia que sufre los estragos de la endogamia patricia. Otros podrán, desde su lucidez librecambista, aspirar a ocupar su sillón de semidivinidad capitalista, pero pocos,  acaso ninguno de los “papables”, pueden lucir la gloria de una tan larga y prestigiosa prosapia que nutre sus raíces en los albores mismos del nacimiento de la patria agro-financiera.


Otros (como el suscripto), carecemos de la piedad necesaria como para lamentar que su partida se produzca antes de que un Juez certifique sus crímenes en una sentencia de condena. Seguramente habrá quienes suspirarán aliviados por el mismo motivo.


Su epitafio dirá: “Aquí yace el gran destructor de un país. Jamás nadie logró que tantos genocidas concurrieran felices a prestar sus servicios a la causa del libre mercado”.


Dios lo tenga eternamente en su guampa’e mear.







sábado, 16 de marzo de 2013

Habemus Papa argentus! (¿y qué?)




Si algo hay que reconocer al nuevo Pontífice, es su temprana aptitud para transformar una crisis en oportunidad. Si desde la administración del Vaticano se tomaron los recaudos pertinentes, su mera elección habría solucionado un de los problemas más acuciantes de la grey católica: sus deficitarias finanzas caídas en desgracia al ritmo de la eurocrisis y de los juicios por pedofilia. Es que en los tugurios virtuales donde se realizaban apuestas sobre las posibilidades de los papables ¡Bergoglio pagaba hasta 40 a 1!



“Seguramente” esta circunstancia no habrá tenido ninguna incidencia en la elección, pero habría dado pingües ganancias a las alicaídas arcas de los herederos de Pedro… una papita, papá!. 

También podría levantarse apuestas sobre las razones que lo motivaron a adoptar el nombre de Francisco. Esperanzados con la impronta que la denominación aspire a imprimirle al papado, muchos (entre ellos nuestra presidenta) se ilusionan con la referencia a San Francisco de Asis… psé… Pizarro, Drake, Franco, Macri (padre), De Narvaez, también se llaman Francisco y no por ello inspiran ninguna sacra virtud. 

Con afán de impugnar mi libre asociación, me dirán que los Papas escogen nombre de entre los Santos o  de sus sucesores. Recojo el guante y traigo al ruedo otro candidato capaz de despertar mayores (y peores) suspicacias: San Francisco Solano, a la sazón, tan Jesuita como Bergoglio. Aparte de su peculiar idea de predicar en garitos (casas de juegos, je!) y todo tipo de tugurio durante su residencia en Lima, su ánimo de cazar almas irredentas y su habilidad con el violín, antes le habían permitido introducirse en territorios inexploradas y contribuir afablemente a la causa de la conquista, seduciendo pacíficamente miles de aborígenes que a posteriori fueron convenientemente despojados de sus tierras y reducidos a mitas y encomiendas para su mejor y más cómoda explotación por parte del amo hispano. Si que te sometan es feo, que lo hagan entrándote por el lado amable y musical es más jodido (vieron que tipo dado y simpático que parece ser Bergoglio?). Asociaciones estas, si se me permite, más atinadas para estas épocas en las que tanto indio/a mal arriado/a anda gobernando estas santas tierras, desoyendo la voz sabia de la civilización occidental y cristiana. 

Me dirán que “pero si es argentino/latinoamericano”… ¿Y? justamente,  es más preocupante. Cuando el capitalismo decidió  dar la batalla final para conquistar el mundo tras la “cortina de hierro”, no convocó a sus generales, ni envió a los tanques de la OTAN, nada de eso… logró que designaran Papa a un polaco anticomunista. 

Ya asomarían los LechWalessables.

Lejos, muy lejos estamos con Bergoglio, de la opción preferencial por los pobres. Quien lo ungió Cardenal (al igual que a casi dos tercios de los restantes Cardenales que votaron en el Conclave) fue el mismo que puso todo su esmero en desarticular todo vestigio de renovación, compromiso social y con la liberación de los pueblos que a la Iglesia Católica le insuflaran Juan XXIII, Pablo VI, el Concilio Vaticano II, o los documentos como Medellín y Puebla. La imagen de los curas tercermundistas revelados contra el poder opresor fue hace rato sustituida por la de líderes carismáticos más afectos a festejar su cumpleaños en la Casa Blanca y dar homilías a oligarcas levantiscos, que a recibir  madres dolientes pidiendo por sus hijos y nietos desaparecidos.

La Iglesia Católica gusta jugar con las apariencias, es gran maestra de ello desde los albores de su historia. Gusta de contar con orgullo historias tales como que el aspirante a emperador Constantino vio en el cielo el símbolo que la identificaba, y que después el propio Jesús se le apareció en sueños ordenándole usar ese símbolo para lograr la victoria en Puente Milvio.  

"in hoc signo vinces" o ¡Viva Peron, Carajo!
 
Siempre estrepitosas irrupciones celestiales son preferibles a confesar la trama de intrigas palaciegas que les permitió a los herederos de Pedro transformarse en pocos años de una secta perseguida y desposeída en la religión oficial del Imperio (Romano y del que a futuro cuadrara), enriquecida y perseguidora implacable y feroz de los creyentes en otras divinidades… y de sus propios disidentes.  

Será por conocedor de ese ilusionismo patrístico que no me ha sido concedida la gracia de festejar el avenimiento del Papa Argentino,  o quizás sea porque no logro diferenciar el acontecimiento de la hipotética designación de un compatriota como CEO global de la Coca Cola Inc.

Por lo que sea, así como “Mauricio es Macri”, para mí ese señor amable y simpático que deslumbró´ a las mojadas multitudes en la Plaza San Pedro en la tarde noche un 13 de marzo de 2013, arengándolos amablemente en un impecable cocoliche y presentándose como un tal Francisco, seguirá siendo Jorge Bergoglio. Un cura que mintió ante un Juez cuando dijo nada saber sobre las apropiaciones de bebés durante la dictadura, un pastor del que ninguna acción se le conoce en pos de defender a su rebaño de las desapariciones, un padre impasible frente a los abusos que sufrieron sus hijos pequeños, un jerarca que no hizo tronar ningún escarmiento contra los violadores de derechos humanos, alguien de quien vi fotos dando la eucaristía a genocidas, pero escuché negárselas a quienes pretenden vivir el amor de manera distinta a la que dictan los autócratas purpurados. 

En fin… quizás tras la piel de cordero de sus modos amables y entradores, y de su cacareada austeridad, en realidad se oculte un perfecto Papa. 

Y la razón real de adoptar ese nombre, la develarán los años.