lunes, 25 de enero de 2016

Éxitos de gestión.



Leer los pasquines y suplementos económicos días previos al ballotage generaba la sensación que, fronteras afuera, existía una multitud entusiasta de financistas ansiosos por invertir en el país, sólo sofrenados por la desconfianza generada por el populismo. Y que, fronteras adentro, miles de acopiadores de granos esperaban su oportunidad para liquidar la cosecha a precio “rentable” y de ese modo volver a constituirse en la piedra fundamental de la reconstrucción del país modélico de principios del siglo XX. Mauricio Macri y sus secuaces (de su Gabinete y de los plató de la TV) alentaban expectativas favorables para todos los sectores de la sociedad, logrando contagiar un estado festivo que desplazó a la aburrida racionalidad política como motor de la decisión electoral.



Todo lo planeado por Macri para favorecer un revitalizador “clima de negocios” que danzara al son de las melodías del mercado, fue cumplido puntualmente. Así se devaluó, se liberalizaron los precios, se pulverizó el valor adquisitivo de los salarios, se redujo la planta de empleados públicos, se eliminó retenciones, se abrieron las importaciones, se recortó la inversión social (hasta la ayuda humanitaria para quienes sufrieron las inundaciones en el Litoral) y en obra pública (suspensión de pagos a certificados de obras), se garantizó la libre entrada y salida de capitales, se dinamitó el esquema comunicacional diseñado por la Ley de Medios, se redefinió el presupuesto educativo, se eliminaron los subsidios a las tarifas de servicios públicos. Todo en tiempo record, transformando en la comparación a Carlos Menem, en un timorato y a su “cirugía mayor sin anestesia” en una sesión con el pedicuro. 

El viaje a Davos, las reuniones mantenidas allá, las promesas al FMI y la deserción de la cumbre de la CELAC, completan el panorama del “desideologizado” alineamiento adoptado.  

Sin embargo las liquidaciones de granos apenas llegaron a la mitad de lo prometido por los acopiadores-exportadores; las divisas prometidas por la banca privada internacional brillan por su ausencia; la primera emisión de bonos de deuda fracasó estrepitosamente; los despidos del sector público tuvieron inmediato efecto reflejo en el sector privado; los fondos ofertados por los organismos multilaterales de crédito (por ahora solo el BID) son denunciados por el propio gobierno como insuficientes; productores de Rio Negro y Mar del Plata tiran miles de kg. de manzanas, peras y tomates porque los precios no justifican el gasto del empaque; el FMI, antes de dar una mano, pronostica recesión para el 2016; y el viaje a Suiza solo reportó la ratificación de inversiones ya comprometidas a Cristina Kirchner durante su gobierno (si del saldo positivo descartamos el grueso álbum de fotos que se para ilustrar las secciones de sociales de Clarín y La Nación). 

El rumbo adoptado, indudablemente, va en sentido contrario al cacareado objetivo de la “Pobreza 0”; y mientras el gobierno trata de explicar las dificultades que implica la “pesada herencia”, en sus acciones demuestra que este legado incómodo no es otra cosa que el conjunto de beneficios y derechos que el kirchnerismo concretó en pos de la inclusión social, la redistribución del ingreso y la democratización de la cultura y la comunicación. 

El macrismo parece incapacitado de encontrar respuestas a la ausencia de de logros concretos que puedan ser expuestos como éxitos consecuentes a su gestión. También parece desprovisto de “Plan B”, y de todo reflejo ante cualquier tipo de circunstancia que se salga del molde de lo previsto. Una inundación, una manga de langostas, un brote de dengue, una invasión de camalotes, la evasión de un penal, una protesta social… cualquier evento desnuda su grave improvisación y la falta de solvencia de sus cuadros para encarar cualquier emergencia de un modo creativo y eficiente, a no ser que consideremos tal la respectiva “declaración de emergencia”. 

El ejército periodístico que lo resguarda y ampara, invisibilizando las miradas críticas y la protesta, aún mantiene la prepotente inercia del triunfo electoral. Pero ya muestra grietas que se van marcando al calor de la inequitativa distribución de los Trofeos de Guerra. Así como “el campo” (en realidad el sector más concentrado de los agronegocios) demostró su angurria ilimitada, el Grupo Clarín extiende sus tentáculos sobre todo aquello que perteneciera al Estado y le signifique un negocio para sí (como lo hizo en la Dictadura con Papel Prensa, y en los ’90 con los “permisos” para explotar simultáneamente prensa escrita, oral y televisada primero; para exceder a su antojo las licencias otorgadas después, y para apropiarse de la red de retransmisoras de Canal 7 por último). 

Las bestias que promovieron e hicieron posible el sueño presidencial de Macri son insaciables, y no tardan, privilegiando sus intereses particulares, en conspirar en contra del mantenimiento del bloque (poderoso pero heterogéneo) que sustenta su mandato. 

Sólo falta ver si, enfrente, se logra consolidar el espacio político capaz de generar y contener la masa crítica necesaria para frenar la nueva oleada neoliberal, antes de que (por voluntad o por mera impericia) logre volver la última década a fojas cero.



1 comentario:

Tilo dijo...

Lo ocurrido durante los últimos 45 días pone de manifiesto la inocultable incapacidad que es, más otra cosa, la falta total de interés de la alianza gobernante en mejorar la calidad de vida de la población. ¿De qué otra manera podría reflejarse el tan mentado CAMBIO? Al menos, el CAMBIO que muchos ciudadanos de memoria corta e ingenuidad larga habían votado.

La inseguridad, la inflación, el respeto por las instituciones, la separación de poderes, la cadena nacional, el impuesto a las ganancias (solamente para el 10% de los trabajadores registrados), la soberbia, la confrontación, la corrupción intrínseca del FPV y la Cámpora. Ésa es la cháchara bombeada incansablemente por la hegemonía mediática que los ciudadanos que buscaban ansiosamente un CAMBIO, absorbieron con fruición. Además, ramilletes de globos multicolor anticipaban una FIESTA llamada La Revolución de la Alegría. Estraño nombre para lo que vendría después.

Y TODO resultó UNA GRAN MENTIRA. A toda velocidad, sin importar métodos ni daños colaterales, se está restableciendo "el retorno a la normalidad" en la distribución de la riqueza, en el cambio de SOBERANÍA por dependencia de los centros mundiales, en dar la espalda a la unión latinoamericana. Y no hay nada más.

Y hay que tener en cuenta que se trata de los primeros días. Que estamos en un período de casi receso de la actividad general en razón de la época veraniega. Y que muchas medidas que impactarán como un meteorito sobre la vida de millones de argentinos ... aún no han visto la luz o no se han dado a conocer.

Aún falta algo más de un mes para el tradicional inicio del nuevo período legislativo, el primero con LA DERECHA al frente del Gobierno Nacional. Tengo en mis oidos y en mis recuerdos muchas fechas semejantes y sendos mensajes que constituían declaraciones de enorme importancia, seguidas con gran interés por muchos millones.

Me pregunto qué sucederá y cómo será el próximo 1º de Marzo.